lunes, 8 de junio de 2015

VIAJE AL EPICENTRO DE UNA GIRA

La primera vez que escuché de Tacuati fue el año 2011 y por la pasión con que la describía Marco Flecha su lugar de nacimiento y sabiendo de sus dotes de “cuentero” empecé a creer que tal vez era una especie de invención suya. Alguna especie de Macondo de ese realismo mágico del que se habla en la literatura. Por pura curiosidad decidí hacer lo que una hace en estos tiempos cuando le queda duda de algo. Me sumergí en la web y lo “googlié”. 

Foto: Carlos Moreno / Escuela Carlos Antonio López, Tacuati.
Wilkipedia me dio la respuesta: Tacuati es una ciudad de Paraguay, distrito del San Pedro. Es un remoto pueblo del Paraguay nacido como reducción de indígenas a fines del 1700 . En la localidad se encuentran escrituras rupestres y ruinas de un antiguo templo a orillas del río Ypane que según algunos es una prueba de la presencia de vikingos en América antes de la llegada de los colonizadores españoles. ¡Existe! Fue lo primero que me dije mentalmente, pero la descripción quedaba corta ante todo lo referido por Marco. 

¡Y este año, se me hizo! En Mayo, llegué a Paraguay siendo la primera parada dentro de la gira “Vy’a Renda Paraguay”. Tacuati. Allí pude notar a primera impresión que esa descripción dada por internet tan corta y fría que me pintaba el lugar como de tono acero no era real. Porque Tacuati desde el camino ya se pinta de rojo cobrizo; un rojo encendido que se te mete por los ojos y te enciende. 

Estando en ruta se te vienen todas las advertencias de la gente. Y es que basta decir su nombre para que a mucha gente se le cambie la cara; pues Tacuati es considerada peligrosa, zona roja donde puedes encontrar la muerte por la presencia de guerrillas y por un estado que tampoco da respuesta a las necesidades de la gente. 

Viaje al corazón de la fantasía

Foto: Jaime Harasic / Entrada a Tacuati
Lo cierto es que si bien por momentos te sientes observado, las tonalidades de verde, el rojo encendido de la tierra y el cielo azul van llevándose los miedos. Y en lugar del miedo viene el asombro. El maravillarte viendo sus paisajes que dejan corta la paleta de cualquier pintor famoso y que difícilmente una cámara fotográfica puede captar quedándote como única opción tomar fotos mentales para guardarlas cuidadosamente. Se te endulza la boca al probar los frutos que venden en puestos coloridos durante la ruta y que vienen acompañados de una buena conversación y de una sonrisa plena. Y por si fuera poco, recibes una buena dosis de realismo mágico al ser testigo de que en Paraguay existen Menonitas, que con la blancura de sus pieles cubiertos por vestimenta de otra época, el claro de sus ojos y cabellos te hace sentir que estás en otro continente o que estás en alguna escena secreta de la Familia Ingalls.

Aquel día que se hizo noche, Tacuatí nos recibió con la llegada de una luna llena que se colocaba en medio de la constelación de cielo, porque si algo hay en sus noches son estrellas que arden intensamente como pequeños soles. Para fortuna mi cumpleaños tuvo como escenario todo lo antes descrito y definitivamente fue un día único así como los venideros.

Durante los tres días de estadía en estas tierras, tres narradores de países distintos, armados de palabras y sueños pudimos recorrer cada una de las escuelas de inicial, primaria y secundaria. Para ello tuvimos como compañeros de ruta a Jaime quien nos conducía con una pericia única por cada camino trazado y de Erico, sobrino de Marco y el encargado de ser nuestro representante a cada lugar que fuéramos, ya que gozaba del respeto y cariño de todos.

"El trato amable y cercano te hacen desear que el tiempo pase lentamente para que puedas quedarte en la eternidad de lo vivido".

En cada lugar, en cada persona y cada paisaje pudimos comprender que hay lugares donde las palabras no se hablan sino que prácticamente se cantan. Y aquí el ritmo era dado por el guaraní una lengua poética que al mezclarse con el español y un poquito de fantasía da como resultado el Jopará, que hace que quien lo escucha sienta que los mensajes le llegan de otro mundo o que quizás ya estás en otro mundo y no te has dado cuenta.

En los rostros de la gente se ve dibujada una sonrisa pícara que va acompañada por el brillo de ojos que te hacen notar que la felicidad existe. El trato amable y cercano te hacen desear que el tiempo pase lentamente para que puedas quedarte en la eternidad de lo vivido.

Foto: Marco Flecha Torres / Escuela Virgen del Carmen, Tacuati.
Aquí las mujeres tejen historias con sus manos. Algunas lo hacen al crear sabores nuevos en fogones y cocinas de leña que traen consigo un sabor a recuerdo futuro y otras lo hacen con sus manos al tejer y bordar con colores multicolores que dibujan punto a punto emociones.

En cada presentación pude sentir que escuchaba los cuentos que siempre hubiese querido escuchar, me dejé invadir por la emoción con que Marco Flecha cuenta las historias y donde con tan solo decir una palabra en guaraní y guardar algún silencio en el monto preciso, logra cautivar y arrancar sonrisas a quienes lo escuchan. Pude apasionarme de la energía con la que el Flaco Moreno habla de cada personaje y de su peculiar forma de acercarse a los chicos que hace que estos se sientas en confianza y lo clamen a gritos. Pude emocionarme al recibir los abrazos, besos y miradas de complicidad de los chicos que nos acompañaron en cada jornada. Y no importó ni el idioma, ni nuestro lugar de origen porque los cuentos no conocen de fronteras.

Tacuati es el mejor lugar para comprender que a veces uno va creyendo que va entregar algo y en realidad ha llegado a aprender y recibir todo aquello que no ha podido comprender en años.

¡Tacuati existe y resiste! Tacuatí no es un invento sino una creación colectiva de la cual puedo dar fe como real, pero al mismo tiempo como mágica.

Narradora oral (Huacho, Perú)

No hay comentarios:

Publicar un comentario