lunes, 4 de agosto de 2014

Entrevista a Lola Jiménez

LOLA JIMÉNEZ es, antes que cuentera, actriz, y como tal lleva ya muchos parlamentos, muchos monólogos y muchos diálogos en escena. Ha participado en numerosos proyectos teatrales y desde hace mucho convive, además de con la farándula del teatro, con el grupo de cuenteros de Sevilla que protagonizan esta gira. De tanto ver, de tanto escuchar y por su mucha curiosidad viene a esta gira a adentrarse por los caminos del cuento y la narración oral. Le sienta bien.

¿A qué has renunciado cuándo decidiste dar el salto profesional y dejar tu anterior ocupación para entregarte en cuerpo y alma al teatro? ¿Qué te ha supuesto? 
A día de hoy, te puedo decir que lo único a lo que he renunciado es a una estabilidad económica. Indudablemente no tienen nada que ver mis ingresos anteriores a los actuales. Pero aún así, no volvería a mi anterior ocupación, salvo que me permitiese compatibilizar con todo lo que hago actualmente.
    ¿Y que ha supuesto? Un cambio de vida radical que me hace muy feliz

¿Qué te lleva a dar el paso al mundo de la narración oral? ¿Por qué decides contar?
Pues en la misma medida que descubro el teatro, descubro el mundo de la narración oral, que para mí es el mismo, aunque con matices diferentes, para mí son parte de las artes escénicas. Y bueno, me atrapó... La culpa la tienen esta troupe de cuenteros maravillosos con los que viajo, y de los que bebo y aprendo. Desde aquí darle las gracias a todos ellos por apoyarme y acompañarme en este camino.

¿Y cómo es comenzar a contar cuentos en un lugar como Paraguay rodeado de tantos cuenteros que llevan tantos años trabajando? 

Pues un honor, ante todo, por aceptarme como uno más, a pesar de mi experiencia tengo que decir que a veces me siento muy pequeñita y frustrada cuando veo tan alto nivel y tan buen hacer, pero pronto me repongo y digo... «en realidad soy muy afortunada, estoy con las mejores». Eso hace que me exija más en mi trabajo y que no me permita cualquier cosa.

¿Hasta dónde un cuento puede beber del teatro y hasta dónde una obra de teatro puede tener algo de cuento?

Yo creo, que se dan la mano realmente, y sin darnos cuenta y ser conscientes, vamos alternando personajes con narrador. Es una simbiosis.

¿Qué diferencias ves en prepararte un papel para una obra de teatro y en prepararte un cuento para contarlo ante el público?

Diferencia está claro que las hay, mientras en el cuento tienes que crear imágenes a través de la palabra y lo haces desde el narrador, es decir, «tú»... En el teatro construyes el personajes desde el interior hasta la máscara del personaje, es decir, cómo habla, cómo respira, cómo se mueve. Son formas diferentes de trabajar, pero que en mi caso, a veces se mezclan.

Aparte de tu amor por las artes escénicas, ¿qué otros motivos te han empujado a venir a Paraguay?
Conocer la cultura del país, sus gentes, esos lugares maravillosos que Marco nos ha narrado tantas veces, y que ha hecho que de alguna manera nos enamoremos del país. Y he de decir, que en absoluto me ha defraudado, es más, no deja de sorprenderme y de emocionarme.

¿Cómo ves a Lola Jiménez dentro de 5 años?
No te puedo decir exactamente, pero lo que sí sé, es que estaré trabajando, investigando y creciendo... ¿Y cómo me gustaría verme? Pues inmersa en #lagirapy10 Vy' a renda.




¿El que cuenta piensa o el que piensa cuenta?

Mientras cuentas no piensas, pero antes y después de contar, ¡claro que sí!

¿Qué libro o libros te acompañan en este viaje a Paraguay?
Sobre todo cuentos infantiles y el libro Monólogos de la vagina. También un libro de poemas de Elvira Sastre: 43 formas de soltarse el pelo.

¿Un cuento lleva a otro cuento?

 Siempre una historia te lleva a otra, y todo depende de a dónde quieras tú llegar.
 

¿A qué cuentero no te cansarías nunca de escuchar?
A Nicolás Buenaventura y a Carolina Rueda.

Tres cosas que no te gustan en un cuento
Las muletillas, el uso de la palabra «entonces» y que el cuento esté encorsetado.

Tres cosas que no debería nunca faltar en un cuento
Ritmo, imágenes y magia.

¿Cuál es tu cuento preferido?
Buceando en mi infancia... «Los siete cabritillos» que curiosamente me contaba mi padre. Y es que yo soy muy padrera.

¿En España cuál es el problema fundamental de la profesión?

Que el cuento casi siempre se asocia a la animación a la lectura, por lo que a menudo donde más sucede es en circuitos de bibliotecas, colegios, etc., pero no se tiene en cuenta como una disciplina más de las artes escénicas. 

¿En qué lugar que aún no hayas estado te gustaría contar un cuento?
En un hospital para niños.

¿El cuento o la vida?
¡La vida es puro cuento!

¿Contar solo o acompañado?
¡A mí me gusta la compañía!

¿Hay más cuento del que no vemos?
Absolutamente.

Un libro de teoría sobre la narración oral que no dejarías de recomendar
Estoy en proceso de investigación, así que animo a que me recomendéis.

Tres aplicaciones del cuento para la vida moderna
Dejar fluir al niño que llevamos dentro, que ya con eso fluirá todo lo demás...

¿Contando se entiende la gente?

¡Se entiende y se comunica!

Entrevista a Sandra Cerezo


CON LOS CUENTEROS a menudo ocurre que pueden dividirse en dos clases, por una parte están aquellos que gustan hacerse notar y por otra parte simplemente están los que no necesitan hacerse notar, sino que por donde pasan los notas. Pequeña pero sutil e importante diferencia. Sandra Cerezo es de esta segunda clase de cuenteros. Va en silencio, sin hacer apenas ruido, haciendo un camino con vida propia, zigzageando entre lo que aprende y lo que enseña, camino libre e independiente, cuando rompe el silencio y cuenta entrega las más bellas historias. Qué más se puede pedir.
¿En qué punto de tu trayectoria profesional llegas a Paraguay y qué esperas que ocurra a la vuelta?
Llego en un momento en el que me viene muy bien probar con un público diferente lo que he aprendido hasta ahora y necesito reciclarme para seguir aprendiendo y para incorporar a mi trabajo nuevos elementos y sensaciones, un momento en el que necesito ilusionarme y ver con más claridad mi futuro profesional. A la vuelta espero saber incorporar esos ingredientes a mi experiencia personal y profesional y así seguir mi camino con más ilusión.
 

¿Has viajado por otros países de Hispanoamérica, te gustaría encontrar por esta parte del mundo un tiempo y un espacio para contar?
Nunca he viajado por otros países de Hispanoamérica, pero me encantaría seguir haciéndolo, en diferentes lugares y espacios. Me encantaría quedarme por aquí mucho tiempo.

Aparte del cuento, ¿qué más te trae a Paraguay?
Me trae la ilusión de conocer Hispanoamérica trabajando y compartiendo con sus gentes lo más cerca posible, nunca quise venir como espectadora, creo que no hubiera venido nunca de turismo. También quería conocer esta realidad de cerca y esta forma de vida.

¿Cuál es la fuente principal de tu repertorio de cuentos?
El cuento tradicional de cualquier parte.

Podrías contarnos de tu método de trabajo para elaborar un cuento y llevarlo a escena, ¿existe algún método con el que trabajes para pasar de lo escrito a lo oral?
Yo utilizo mi propio método. Leer muchos cuentos, elegir el que me transmita algo, entender su significado, saber qué quiero contar con él, y por qué me ha llamado la atención; reescribirlo, naturalizarlo, darle ritmo, memorizarlo, contarlo y volverlo a reescribir las veces que haga falta, anotando los cambios que van sucediendo y analizando en cada contada la reacción del público y la mía propia. Mi método va cambiando y añadiendo procesos. Al principio tardaba mucho en preparar un cuento para contarlo por primera vez solo en trabajo de mesa.
Puede que algún día el método que utilizo ya no me sirva.

¿Qué crees que hace falta en España para que los cuentos y los narradores tomen la delantera y que encontrar un público adepto no sea una tarea tan complicada?
Creo que
por un lado hacen falta buenos cuenteros y respeto al público, y por otro lado que los circuitos y los clientes lo tomen como un arte escénica, que se reconozca como tal y que haya un epígrafe en la S.S. de «cuentero» o «cuentacuentos». Pero sobre todo, creo que hace falta que nosotros mismos no perdamos la ilusión por contar y logremos sentir la profesión como un oficio.

¿Qué supone formar parte de AEDA, la Asociación de Profesionales de la Narración Oral en España, en teoría y en la práctica?
Pues sentir la diversidad de conceptos alrededor de los cuentos y sus profesionales. Hay cosas que comparto y cosas que no, pero me gusta formar parte de un colectivo que mantiene su lucha, al tiempo que compararla con otros de los que también formo parte y que van por otros caminos que también son válidos. Además también me siento en parte representada por el trabajo de otros profesionales y me permite un lugar de reflexión. AEDA es muy reflexiva, muy teórica y yo no soy nada teórica, por lo que de esta manera también me obligo un poco a teorizar y escuchar otras teorías. De todas formas llevo poco tiempo, estoy conociéndolo aún y hasta ahora me siento bien.




¿El que cuenta piensa o el que piensa cuenta?

Pues el que cuenta creo que debe pensar mucho antes de contar y el que piensa creo que siempre tiene ganas de compartir de alguna forma sus pensamientos. Hay muchas formas de contar, no es un cuentero todo el que cuenta.

¿Qué libro o libros te acompañan en este viaje a Paraguay?
Cuentos sufíes

¿Un cuento lleva a otro cuento?
En mi caso sí. Los cuentos me han llevado a más cuentos. Es una forma de expresar el pensamiento y transmitir y eso te hace saltar de cuento en cuento.

¿A qué cuentero no te cansarías nunca de escuchar?
Creo que me cansaría de todos, pero a la que más me gusta escuchar es a Carolina Rueda.

Tres cosas que no te gustan en un cuento
La falta de ritmo, la falta de objetivo, la falta de emoción.

Tres cosas que no debería nunca faltar en un cuento
El ritmo, la emoción, el objetivo.

¿Cuál es tu cuento preferido?
Es una pregunta difícil, pero me voy a remitir al cuento que mas me gusta desde mi infancia: es el poema de Rubén Darío, «Margarita».

¿En España cuál es el problema fundamental de la profesión?
La verdad es que no lo sé, no sé cual es el fundamental, pero me parece fundamental el reconocimiento del oficio como un arte necesario para rescatar la tradición oral y mantenerla viva. Por otro lado creo que es el de todas las profesiones… el individualismo, la competitividad, la falta de apoyo de los organismos…, pero en éste caso el cuentero trabaja de un oficio y la lucha por profesionalizarlo a veces me parece algo desnaturalizado y otras necesario para vivir de ello.

¿En qué lugar que aún no hayas estado te gustaría contar un cuento?
En África

¿El cuento o la vida?
La vida, aunque a veces me gustaría que mi vida fuera un cuento.

¿Contar solo o acompañado?
Sola y a veces acompañada, las dos cosas son estupendas y a veces en las dos hay malas experiencias.

¿Hay más cuento del que no vemos?
Siempre.

Un libro de teoría sobre la narración oral que no dejarías de recomendar
No suelo ser lectora de teoría, prefiero confundirme muchas veces, nunca he terminado de leer ninguno, el que más he leído hasta el momento es Palabra de cuentero de Nicolás Buenaventura. Quizás cuando se me acabe este proceso de investigación personal comience a leer la teoría.

Tres aplicaciones del cuento para la vida moderna
Educación, reflexión y aprender a escuchar

¿Contando se entiende la gente?
A veces sí, pero el que entiende en silencio creo que entiende mejor, las palabras también confunden mucho.