AYER A LA TARDE a eso de las 17:00 llegamos en dos coches hasta las cercanías del Bañado Sur, uno de los barrios que peor parte se ha llevado con las fuertes lluvias y las inundaciones del último periodo. Como muchas casas andaban situadas en zonas bajas, en pequeñas hondonadas, o al paso de algún canal, han tenido sus habitantes que tomar los bulevares de las avenidas e instalarse allí de manera «provisional». (Entrada aparte podría dedicarse al Paí Oliva: pero a falta de tiempo no viene mal un par de enlaces introductorios a su blog y a una entrevista)
Pasamos viendo cientos de casas construidas con los mínimos medios, con paneles de madera de lastimoso grosor, nunca mayores que el de un dedo meñique. Y no hay por lo que se conoce mucha esperanza de que el Gobierno ayude como debería, en lugar de detener algunas especulaciones arquitectónicas que no hacen más que rascar el cielo y desalojar las arcas municipales. Lo lógico sería que antes que invertir en un puñado de ricos se solucionaran los graves problemas que tiene la gran mayoría para vivir dignamente, sin tener que estar sorteando a diario tantos riesgos de salud, higiene, seguridad, por no hablar de la falta de recursos mínimos para salir adelante: alimentos, educación, etc.

Mientras esperábamos no dejábamos de preguntarnos por la reacción de la chiquillada, pues a todos nos rondaba un temor, que era el de llegar allí para contar cuentos invadiendo un espacio de juego que era el que ellos usaban para sus actividades deportivas. La tranquilidad vino de los propios organizadores, voluntarios habituales del barrio, que sabían que al anochecer, a eso de las 18:00, al no haber allí más luz que la de los autos que pasan por la avenida, se iban a ir retirando los niños de la pista. Al llegar la oscuridad, cayó de no sé dónde un cable, que sirvió para enchufar dos focos y un mínimo equipo de sonido, con esto, y con un acompañamiento de un centenar de personas –niños de 0 a 99 años– del barrio, comenzaron a caer cuentos e historias que trajeron en esta ocasión Anabel Gandullo, Lola Jiménez, Ángeles Fernández, Carlos J. Arribas y Rubén Flecha, con este último, los niños ya en un túnel de emociones y risas, terminaron pidiendo incluso bises, al grito de «otro, otro, otro...». La sesión terminó con música, cánticos y bailes, amenizados por Hugo Flecha y la llegada de Ulises Silva (Aquí un poco de su música).
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