miércoles, 23 de julio de 2014

Bio-Escuela Popular El Cántaro en Areguá


MUCHO TIEMPO PARA VIVIR y poco para escribir: es lo que ocurre cuando se viaja. Apenas da lugar a abrir el cuaderno o conectarse a Internet muy de tanto en tanto para anotar algunas frases, algunos hechos, algunas ideas por temor a olvidarlas, pues lo que no se apunta se olvida, y más si uno está en medio de un concurrido festival de experiencias. 
    La verdadera bitácora de viaje no se debería escribir hasta después de haber llegado a casa, hasta después de haber deshecho la mochila, haber puesto unas cuantas lavadoras y haber reposado la información, para procesarla bien, para asimilarla sin atragantarse. Uno cuando viaja es todo estímulo, de alguna manera está en carne viva, cualquier roce hiere, dando dolor o un placer mayor del acostumbrado. La palabra costumbre de hecho se olvida, no existe el aburrimiento, ni hay monotonía de lluvia tras los cristales. Uno cuando viaja viene a ser como una especie de esponja que todo lo absorbe, sin ningún tipo de filtro, va acumulándolo todo: escucha hablar de aquello, oye al otro como habla de esto otro, contempla paisajes que impresionan, lo observa todo con ojos de lechuza, vive cosas insólitas, se cree cabalgando nuevas aventuras, le llegan sabores y olores hasta ahora desconocidos, conversaciones que se salen de su círculo habitual y cotidiano, le despiertan cada mañana renovados argumentos que explican el mundo, su mundo, el de todos, aparecen otros temas –que son el mismo tema que diría Borges–, otras realidades –la realidad de siempre–, otros referentes –el mismo referente–... y uno aunque es animal que sabe adaptarse y aunque gusta lucir piel camaleónica, tiene sus tiempos y necesita distanciamiento.
    Y aunque el distanciamiento total llegue solo al final del viaje, a veces el blog, el diario, el cuaderno de notas, la bitácora, puede y debe actuar como método para distanciarse, al menos un distanciamiento primero y temprano, que necesitará de un segundo distanciamiento final, más reposado, ya desde fuera de las fronteras del viaje, al término del mismo, pues desde dentro del bosque no se ve el bosque y solo saliéndose de él puede uno permitirse tener una perspectiva total y completa. Con todo, este es por el momento, para bien o para mal, el primer amago de este viaje por poner cosas en claro, con sus muchos errores y sus muchas carencias, dando información muy de soslayo, abusando a veces del relleno, contentando solo a unos pocos, incluyendo incluso a quien escribe, pero en cualquier caso, blog necesario y que no deja de ser otra manera de sembrar historias por estos senderos de alegría.
   
    Empecemos pues a contar algunas cosas, grosso modo, y sin afilar mucho el lapiz:



    
   A día de hoy anda uno ya de vuelta de Tacuatí, o lo que queda de Tacuatí, lugar imprescindible y mágico, casi un condado mítico a la altura de un Comala, un Macondo o un YoKnapatawpha. Nos hemos alojado nuevamente en la casa familiar de los X, siempre generosos y atentos. Son lo que Vargas Llosas llamaría una familia total, que vista y disfrutada en su conjunto y en sus distintas generaciones (los que están, los que ya no están y los que vendrán) bien darían para una novela mucho mejor que las que pudieran haber escrito Rulfo, García Márquez o Faulkner. Piensa uno esto teniendo muy presente lo que escribió Galdós en su Fortunata y Jacinta, aquella frase tan acertada que luego ha rescatado el escritor Andrés Trapiello para presentar los volúmenes de sus diarios: «Por doquiera que el hombre vaya lleva consigo su novela». Y cada uno de los que forman esta familia, qué duda cabe, lleva consigo una novela, solo faltaría encontrar al perfecto novelista que la escribiere, yo en estos días no he hecho más que obtener un pequeño boceto aún insuficiente, quien quiera atreverse o acercarse a ellos con estas intenciones tendrá ante sus ojos un colosal proyecto, que, de llevarse con paciencia e inteligencia, acabaría sin duda en una de las novelas más hermosas del presente siglo; desde luego sus vidas lo son ya, sin novela de por medio que haga falta. Pero Tacuatí, sea dicho, merece entrada aparte, y la tendrá.
 
   Ahora cabe mencionar que han pasado ya 14 días desde nuestra llegada y que quedan exactamente los mismos, aunque diferentes, 14 días para salir de regreso a España, al menos para quien escribe y para una parte importante de los cuenteros de la gira. No es esta una entrada a modo de balance de lo que llevamos de viaje, es más bien una especie de ajuste de cuentas con algunas cosas que han ido pasando y que por falta de tiempo y espacio no ha podido uno dejar aquí anotado.
Vayamos por parte:
Viernes 11 de julio ya contamos cómo se abrió la gira, con la función de cuentos para adultos Hacemos un trío: cuentos eróticos a cargo de Anabel Gandullo y Jesús Buiza.

Sábado 12 de julio nos fuimos caminito de Areguá, tomando un colectivo desde Luque, que nos dejó muy cerca de la Bio-Escuela Popular El Cántaro, lugar donde estaba prevista toda una jornada de cuentos para todas las edades. El Cántaro comenzó siendo un pequeño espacio creativo y artesanal de Areguá donde se puede encontrar arte popular indígena y arte popular en general. Tienen su local muy cerca de la Iglesia y hasta allí puede uno llegarse para ver la exposición permanente de arte. En la casa, atrás, cuentan con un patio grande e ideal para preparar en el futuro actividades y eventos, al tiempo que servirá para acoger a artistas que vengan a hacer pequeñas estancias a Areguá, para poner su granito de arena en la Bio-Escuela que es de fundación posterior a este almacén de arte. Como Escuela está enfocada a trabajar la cultura como herramienta de transformación socioambiental, y arrancan, por iniciativa de Joe Giménez, en 2008, llevando desde entonces un hermoso proyecto de Escuela Popular que, para entendernos, no es sustitución de los cauces habituales escolares, sino que viene a ser un espacio complementario, novedoso y diferente. Un lugar donde niños y mayores pueden acercarse de miércoles a viernes de 9:00-12:00 y de 14:00 a 18:00 y los sábados de 8:00 a 17:00 h para asistir a más de 150 talleres que se van impartiendo a lo largo del año, o a participar, libre y gratuitamente, de cualquiera de las actividades que organizan. En esta página web pueden tener mucha y más información, y en la foto que acompañamos rezan los principales valores de la escuela.
     Nuestro paso por allí fue como todo este viaje, breve pero intenso. Llegamos el sábado a la mañana cuando estaban concluyendo unos talleres de guitarra. Al terminar la música arrancaron los cuentos. La jornada quedó partida en dos. Por la mañana los cuentos estuvieron dirigidos a los más pequeños dentro de la Biblioteca infantil y juvenil, una especie de iglú enladrillado donde se refugian libros, ordenadores y todo lo necesario para trabajar, mientras que la sala principal, dispuesta a modo de salón de actos, con gran escenario al fondo, quedó para la chavalería más adolescente, donde los cuentos ya tenían otro tono, otros valores, otra forma y otros contenidos.
    Contaron todos los cuenteros sin excepción, de manera simultánea en los dos espacios, y la jornada terminó con éxito y caras de felicidad. Nos invitaron a un rico y refrescante mosto, hecho de limón, miel negra y azúcar de caña. Y nos dio lugar a visitar, acompañado por algunos alumnos, el inmenso lago Ypacaraí por el lado de la playa de Areguá, que aunque visitable, está poco preparado para disfrutarlo como espacio recreativo. Luego, tras un sabroso almuerzo, aprovechamos la sobremesa para compartir con ellos historias de la escuela, desde su creación hasta la actualidad. Es una aventura hermosa y grande la que llevan estos compañeros y su esfuerzo va viendo los resultados día a día, sacando adelante un proyecto interesante y necesario, y un modelo a seguir dentro de Paraguay y más allá.

    
    A la tarde volvieron las sesiones de cuentos, ya para un público mucho más variopinto, donde se mezclaban niños, jóvenes y mayores. La dificultad de contar para todas las edades y adaptar el cuento para gusto y deleite de todos se salvó perfectamente bien: todos los cuenteros bordaron buenas historias y el público salió contento por lo que pudo recogerse al término de la función, ya acompañados de una sangría española. Z, puso en escena por primera vez su cuento de «Los dos jorobados», que simplemente menciono y del que volveré a hablar, con sus protagonistas Juan y Periñán, en este blog.
    La jornada acabó así con una luna llena cuya luz era tan blanca como el cántaro de leche que derramado cae en la hierba, en la de Areguá, la de la Escuela Popular El Cántaro, cuya visita recomendamos.




De amor tenemos todos

El famoso Café Literario de Asunción acoge esta noche una nueva función de cuentos de la troupe sevillana. Será a las 20:00 h. Contarán: Alicia Bululú, Carlos J. Arribas, Lola Jiménez, Anabel Gandullo y Jesús Buiza. «De amor tenemos todos».