martes, 29 de julio de 2014

Entrevista a Alicia Bululú

ALICIA BULULÚ, haciendo gala de su nombre, no para nunca, y hasta cuando sueña viaja dormida. Cuentan que un día le vieron salir de su Lora del Río natal y dicen que emprendió desde allí su particular y feliz camino a las Ítacas, va viviendo de los cuentos, de los títeres y a veces de «la impro». Desde entonces va con un zurrón lleno cuentos y de historias que no duda en compartir, disfrutando de cada parada en el camino. El viaje se hace contando, la vida, con ella, también.

¿Aparte del cuento qué te trae de nuevo por el Paraguay?

El caldo de pescado, no hay duda. Soy de buen comer, los que me conocen lo saben.

¿Cómo es una vida en torno al cuento? ¿Existe un día «modelo» en la vida laboral de Alicia Bululú? En ese caso, ¿cómo sería?
Siempre trabajando, siempre. Pero para que sea día modelo tiene que haber siesta.

¿Dónde encuentras los cuentos que luego incorporas a tu repertorio?, ¿cuáles son tus fuentes o cuál tu inspiración?
Mi inspiración: la vida. Mi fuente habitual: los libros que la vida me pone por delante o que yo le pongo por delante a la vida. Y los que encuentro que son para compartir, los incorporo al repertorio.


¿Hasta dónde es importante conocer a los demás cuenteros y tener buenas relaciones dentro del mundo de la narración oral?
Sin cama ni envidia... todo va de maravilla.


Recientemente has estado organizando un Encuentro de Narradores Orales Andaluces en La Puebla de los Infantes, ¿cómo explicas qué haya habido más gente que haya hablado del encuentro que gente que haya participado? Falta de tiempo y falta de confianza. ¿A qué conclusiones llegasteis? Que todo es cuestión de tiempo y confianza.

¿Qué tienen los demás artistas que no tengan aún los cuenteros y qué tienen los cuenteros que les gustaría tener a los demás artistas?
A lo primero: reconocimiento de su disciplina, y el diálogo entre ellas.
A lo segundo: la honestidad de los buenos cuenteros.

¿Cuáles son tus proyectos para el futuro?
Casarme y tener familia. Soy una mujer de tradición, en los cuentos y en la vida.



 

¿El que cuenta piensa o el que piensa cuenta?
El que piensa cuenta si actúa. Si el que cuenta piensa (durante el acto) sobre-actúa.

¿Qué libro o libros te acompañan en este viaje a Paraguay?
Alicia en el País de las Maravillas (ya era hora). No me sentía a gusto leyéndolo en tierra propia.

¿Un cuento lleva a otro cuento?
¿Un clavo saca otro clavo?

¿A qué cuentero no te cansarías nunca de escuchar?
A mi abuelo, y porque se fue... Todo el día contando batallas tiernas.

Tres cosas que no te gustan en un cuento.
Sota, caballo y rey.

Tres cosas que no debería nunca faltar en un cuento.
Ganas de contarlo, ganas de compartirlo, ganas de sentirlo.

¿Cuál es tu cuento preferido?
Uno de tantoooos: «El pato y la muerte».

¿En España cuál es el problema fundamental de la profesión?
Necesitamos más críticos, más directores, más profesionalidad para un mayor reconocimiento. Y menos pelotas fuera, y menos peloteo.

¿En qué lugar que aún no hayas estado te gustaría contar un cuento?
En un cementerio mexicano.

¿El cuento o la vida?
Una vida de cuento

¿Contar solo o acompañado?
Sola ni puedo ni quiero.

¿Hay más cuento del que no vemos?
Uuuuufff, ni te imaginas el cuerpo que hay debajo del vestido.


Un libro de teoría sobre la narración oral que no dejarías de recomendar.
El narrador oral y el imaginario de Pepito Mateo en Palabras del Candil.

Tres aplicaciones del cuento para la vida moderna.
Para soñar, para crecer, para crear.

¿Contando se entiende la gente?
Escuchando, la gente se entiende cuando se escucha.

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